Leonarda Calvo: “Los recursos tecnológicos traerán avances sólo cuando estén al alcance de todos”
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Cualquiera que escuche
la palabra tecnología,
pensará que es un avance
y lo es.

Durante el confinamiento hubo
una mayor conciencia de su utilidad:
muchos adultos empezaron a trabajar
de forma online y hasta los más pequeños,
por ejemplo, mis hijos eran aún alumnos de infantil,
conocieron las ventajas de la educación
a distancia, la familia mantenía el contacto
por videoconferencia, las reuniones
se celebraban también
sin salir de casa.

Casi todo se hacía online y muchas
de esas actividades
no han vuelto a tener lugar como antes,
hay muchos servicios que ya sólo
se prestan online y es raro el sitio
en el que te atienden de forma presencial
sin cita previa.

Para las personas autistas
fue un sueño hecho realidad,
nos veíamos sólo si era imprescindible,
no nos tocábamos y no había que socializar,
por fin estaba bien visto quedarte en casa
y no tener contacto con nadie.

Sin embargo, como ese encierro
a la fuerza, llegó sin avisar,

Estado de Alarma lo llamaron,
ni la administración ni los ciudadanos
estábamos preparados
para que todo se gestionase
de manera online y hubo servicios
suspendidos indefinidamente,
por ejemplo, los funcionarios de justicia,
no podían trabajar desde casa
porque el sistema es mucho más seguro,
entendiendo la delicadeza de los temas que tratan.

Imaginen el daño a la ciudadanía
si se filtrasen los pleitos de las personas.

Nos sirvió para tomar conciencia
de las ventajas que te puede proporcionar
la tecnología pero también nos sirvió
para saber que no se puede avanzar
en ese sentido si acceder a un dispositivo
no está al alcance de todos.

Algunos por cuestiones económicas,
un ordenador, una tablet o incluso
un teléfono móvil, por mucho
que nos cueste creerlo,
no se lo pueden permitir todas las personas.

La llamada brecha digital
y otros por cuestiones de intelecto,
cosa que no entienden muchos miembros
de la Administración Pública.

El mundo se cree que avanza
porque cada vez se pueden
hacer más gestiones sin salir de casa
y van eliminando la posibilidad
de llevarlas a cabo de otras formas,
por ejemplo, de forma presencial,
sin empatizar con las personas
que por un motivo o por otro, por ejemplo,
incapacidad económica, discapacidad intelectual
y del desarrollo,
no son capaces de solicitar o acceder
a los servicios que necesitan o, mejor dicho,
el sistema no ha sido capaz
de crear una plataforma inclusiva.

Para que podamos afirmar
que estamos avanzando,
la tecnología debe estar, económica
e intelectualmente, al alcance de todos.

El avance que discrimina no es avance.

Una sociedad que pretende extender
el uso de estas herramientas
lo debe hacer alcanzando a todas
las personas porque si no,
no es avance, es retroceso.

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