“Cada mañana”
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En la ventana del horizonte lejano
febo soñoliento,despreocupado esboza
tibiamente su dorada presencia,
un himno solemne de pàjaro cantores
desperezan al paisaje aùn adormecido.
Tejados humedecidos por el tìmido rocìo
del invierno que deja su paso cansino
sobre el lomo de de tejados y terrazas antiguas,
para que el incipiente febo crezca a traves de calles
vacìas,con algùn desprevenido canillita
repartiendo los diarios que tren las primeras noticias
del dìa recìen nacido.
Me asombra como de pronto surgen voces chillonas
bocinas estresadas,pidiendo paso vaya a saber a quien,
pero es la rutina del que llega tarde a su trabajo.
En cada parada,un colectivo llena su capacidad y otro pasa vacìo.
Todo se llena de ruidos,ya nadie tolera nada,locura,
de una obsesiva competencia para determinar quien llega primero.
El semàforo es un asombrado testigo de la imprudencia humana,
que ufana
ejerce un derecho inexixtente,cosas de una ciudad pujante,
con grandes proyectos de promisorio futuro.
Yo un testigo y caminante,
veo como una bocanada de humo gris
esparse a lo largo del horizon su delgada figura,
que envuelve como una bufanda a los barrios màs lejanos.
Ebria la mañana de chillidos,de gorgeos,de ruidos estresantes,se va asentando
con soberbia temperatura,llenando de luz los huecos todavìa
oscurecidos de viejos pasillos.Las copas se van llenando de verdes y perfeumes
que calman la ansiedad de recorrer veredas desparejas y calles con baches,
pero todo se olvida,cuando el sol frena su marcha justo al medio dìa.
Apenas unos nudos de algodòn sostienen el azul de un cielo interminable,
la magia de verlos asi como una pintura de un gran maestro,ya es un milagro.
Cada mañana,es una entrega de ritmos e imàgenes distintas,
vienen silenciosas y despacio y se amarran en las retinas,para no olvidarlas jamàs.
Las mañanas tienen esa vida tan particular,de entregar ilusiones y promesas
de alegrar el corazòn en definitiva de quienes las esperan como fuente de gran inspiraciòn.