El carrito de la compra
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El carrito de la compra
Érase una vez un carrito de la compra que tenía ruedas. Mucha gente lo compraba y el otro carrito que tenía 2 ruedas se quejaba mucho. Decía:
– Vaya, desde que ha salido el carro de 4 ruedas las mujeres lo compran mucho y me dejan de lado a mí que solo tengo 2 ruedas.
El motivo era que el de cuatro ruedas solo había que empujar y no tenían que emplear mucha fuerza, y el que tenía 2 ruedas les costaba tirar de él.
Estaba muy triste porque a él no le sacaban a la compra, solo sacaban el que tenía 4 ruedas y le cogió una manía muy grande.
El grande se ríe del pequeño, le llamaba el Pulgarcito y él se ponía triste, muy triste y se desesperaba.
Una mañana se cansó de que se metieran con él y se fue de la casa muy triste. Se quejaba de todo, todo le molestaba.
Hasta que un día de Navidad una niña dijo:
– ¿Qué hago con mis juguetes? ¿Los guardo en una caja? Ohhh, mira un carro de la compra, lo voy a coger y allí meto mis juguetes, ¡¡estupendo!!
El carrito de dos ruedas lo oyó y se puso muy contento. La niña se lo llevó a su casa.
– Mamá, mira, me lo he encontrado en la calle, para meter mis juguetes.
– Vale hija
El carrito tuvo mucha suerte del día de Navidad. Cuando veía un carro de 4 ruedas se reía él.
– Mira, vosotros con mucho peso y sufriendo mucho cuando yo estoy en una casa, tranquilo y sin coger peso, solo con juguetes de la niña., estoy contento viendo a la niña reír y tan contenta
Y su mamá tan contenta con el carro:
– Es la única manera que tengo sus juguetes guardados
El carrito de dos ruedas decía:
– Todavía sirvo para algo, aunque sea guardando los juguetes de la niña, muchas gracias señor mío, lo repetía muchas veces.
Todas las mamás que tenían un carro de 2 ruedas lo usaban para los juguetes de sus hijos. Las mamás contentas, los niños también y el carro contentísimo, por fin servimos para algo gracias al señor mío.
Y colorín, colorado, el carro está bien y contento y no está desesperado gracias a los niños.
FIN